martes, 11 de agosto de 2009

PARTICULARIDADES DEL CULTIVO


Fertilización
El abonado nitrogenado bien equilibrado es fundamental para el buen desarrollo de la gerbera. Sobre todo, en la fase de crecimiento tiene un efecto favorable en el desarrollo del sistema radicular de la planta. Más adelante la nutrición nitrogenada influye en la duración de las flores. Un exceso o defecto de nitrógeno influye en el marchitamiento de las plantas.
Se han conseguido buenos resultados aplicando en tierras franco-arenosas abonos complejos tipo 2:1:1 a plantas jóvenes y a razón de 2 kg/ha.El suelo debe tener altos niveles de fósforo, por lo que se emplearán abonos fosfatados biamónicos y super-triple, para salinizar lo menos posible el suelo.El potasio juega un papel muy importante en el equilibrio con el nitrógeno para una buena producción floral. La frecuencia del abonado de cobertera puede variar con la época del año, pues se hará semanalmente en las épocas de más calor, aplicándolo conjuntamente con el agua de riego. En cuanto a la cantidad, dado que la gerbera es muy sensible a los excesos de sales, no debe sobrepasarse la concentración de 1 gramo de abono por litro de agua.En cultivo hidropónico la fertirrigación es la norma, con una solución de pH alrededor de 5,5-6. Se recomienda un equilibrio NPK del tipo 1:0,5:1,3; antes de la floración y 1:0,4:1,6; durante la floración.

7.6. Riego
En el cultivo de gerbera realizado directamente sobre el suelo, el manejo del riego constituye una operación cultural muy importante. El agua aportada debe ser de buena calidad y con reducidos contenidos en calcio y otras sales solubles.Después de la plantación se puede producir un estrés hídrico que provoque un retraso en el crecimiento de las plantas, debido a que las raíces no son capaces de extenderse y de explorar el suelo. Para evitarlo es conveniente combinar con el riego las operaciones de sombreo y de ventilación para que el suelo no se caliente y la planta pueda vegetar. Se aportarán de 15 a 20 l/m2 de agua después de la plantación y de dos a tres riegos diarios hasta que la planta se asiente, manteniendo el terreno húmedo, aireado y sin encharcamientos, para evitar la pudrición del cuello de las plantas. El riego será aéreo o localizado. Una vez que las plantas hayan enraizado, los riegos serán menos intensos y más distanciados en el tiempo.

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